Pon un psicólogo/a/e en tu vida. Y un maxilofacial también, si puedes.
Ayer 13 de noviembre después de mucha procrastinación por mi parte, de dar por saco a muchos colegas míos facultativos, seis tandas de antibiótico en el último año y dolor, mucho dolor, me extrajeron en quirófano dos muelas del juicio. Me encuentro muy bien y me da rabia haber postergado tanto esto por miedo (me dan pánico los dentistas y todo lo relacionado con la instrumentalización de la boca). También por ser temeraria teniendo en cuenta a lo que me dedico, yo misma he visto endocarditis o abcesos cerebrales en unidades de cuidados intensivos cuyo origen tuvieron su foco en infecciones bucales. La enfermedad periodontal es un factor de riesgo coronario y últimos estudios relacionan el alzheimer con procesos patológicos en la cavidad bucal.
Independientemente de esto, desde que sabes que tienen que ir fuera los malditos cordales hasta que eso se produce … pasa tranquilamente más de un año en la seguridad social. Tienes la opción de acudir a una consulta privada si el bolsillo te lo permite pero tampoco tendrás esa oportunidad en todos los casos: muelas muy encastadas, con el nervio cerca, etc. … conllevan riesgo en la cirugía y muchos odontólog@s derivarán el caso a cirugía maxilofacial y a la lista de espera que he mencionado.
Yo he tenido mucha suerte y parte del retraso en la cirugía, por no decir que todo, ha sido por mi culpa. Tras una radiografía de mi boca, la visita al cirujano, la llamada del enfermero de anestesia y las dos previas del hospital donde me iban a intervenir, el 13N era la fecha. Y allí que fuimos todos: mis acompañantes (no puedes ir solo), mi pánico y yo, cual corderito al matadero. No hay sorpresas, previamente en las llamadas o citas médicas te lo han explicado todo, allí solo tienes que firmar algún consentimiento más si hay sedación y al lío. Pues bien, el chiste lo cuento ahora.
En la sala de espera (o de desespera), yo ya estoy ataviada con la antiestética bata modelo véase el culo por detrás, la mascarilla, el gorro, las polainas y sentadita como una niña buena en la butaca cuando hace su entrada estelar, vestido de la misma guisa que todos, un tal Eduardo. Qué seguridad caminando, qué estilo, qué arte … o qué miedo más bien, se le notaba a la legua el agobio. Eduardo, bienvenido al club … dudo que haya nadie allí que esté por gusto y hay diferentes niveles del control del miedo, pero vaya, que conociéndome, yo estoy en la pole del histerismo en esos momentos: Edu, no estás solo. Pero así como yo he optado por llevarlo como buenamente puedo y solicitando al celador, la enfermera del recovery, la de quirófano y en general, a cualquiera que pase por allí que «quiero que me droguen entera», Eduardo se dedica a levantarse de la butaca veinte veces y pasearse con las polainas con las que debe entrar a quirófano por todas las estancias, a discutirle al celador que por qué no puede ir andando en vez de en silla de ruedas, a la enfermera que él «si hay sedación no me opero», etc. … todo ello en un tono bastante chulesco. El personal le echa paciencia y buenas palabras, podrá hablar ahora con el médico, el anestesista y en general resolver todas sus dudas e inquietudes. Le preguntan si está en ayunas. Dice que se ha bebido un vaso de agua a las 13h, son las 16h. Por teléfono cuando te llaman te han recalcado hasta la saciedad que son seis horas de ayuno de no comer ni beber, pero qué más da, Eduardo es un espíritu libre, rebelde e indomable y el riesgo de broncoaspiración no va con él. La enfermera le pregunta si ha sido un vaso y él responde que a lo mejor han sido dos. Se lo llevan. Pasan diez minutos. Vuelve. Me vienen a buscar a mí.
El bueno de Eduardo se ha ido sin operarse. La sedación que te ponen es muy ligera, estás consciente durante todo el rato, pero ayuda a pasar el trago. Obviamente, no es una cirugía que precise de estar totalmente dormido, pero el problema ha sido otro. Previo a entrar a quirófano vas a una sala donde te toman constantes vitales, te vuelven a hacer preguntas de seguridad (ayunas, alergias, enfermedades …) y te canalizan una vía venosa periférica para administrar antibiótico profiláctico y luego la analgesia o la sedación si precisa. Y con Roma hemos topado, o más bien con la mala educación o el mal miedo gestionado por Eduardo. Ha montado una bronca y se ha ido todo digno, qué es eso de ponerle una vía A ÉL. El cirujano que me opera comenta: que te puedan extraer los cordales en un sitio así y con la opción a sedación es un lujo. Tiene más razón que un santo pero no todo el mundo lo ve así, está claro.
Hay un mínimo de nueve meses de espera desde que se cursa la orden quirúrgica hasta que tienes fecha de intervención, al menos, en extracción de cordales. Todo ese tiempo con el riesgo de complicaciones en el «menor» de los casos y el dolor en el más habitual. Ayer, con la baja in situ de Eduardo, se perdió un hueco que podría haber aprovechado alguien pero que no pudo ser por las condiciones, entre otras de ayuno y de entrevista pre-anestésica, que conlleva el procedimiento. Alguien que SABÍA todo lo que iban a hacerle y que PUDO haber aclarado todas sus dudas o directamente, haber desistido de la idea de operarse decidió ir, montar el numerito, faltarle el respeto a muchos de los trabajadores que estaban allí y sobretodo a esa gran lista de espera. Cuánto pueden cobrarte en una consulta privada? Allí no tuve que abonar ningún importe y encima me fui con un kit de toda la medicación y material de curas que necesito para el postoperatorio. Hoy incluso me han llamado para ver cómo me encontraba.
Eduardo, si este escrito te llega, de verdad … ve a un psicólogo. O si no es un problema de miedo y gestión de emociones, a un neurocirujano a que te practique una lobotomía. O a la selva y vives como un salvaje. Porque si vas a salir con que eso de que «tú pagas seguridad social», como tú la pagamos todos y eso no nos da derecho a hacer un mal uso de ella. Hay mil cosas infinitamente mejorables en mi trabajo y en las personas que lo desempeñamos, pero viéndolo como lo he visto desde el otro lado … ojito algunos usuarios.
Me quedo con la frase del cirujano maxilofacial: esto es un lujo. Si te manejas con las cifras, con diferentes sistemas de gestión, diferentes modelos y puedes apreciar la dimensión del coste sanitario, no puedes hacer más que reafirmarte en la suerte que tenemos en este aspecto, aunque vaya tan mal en tantas ocasiones. La cosa es que va mal por muchos motivos y múltiples variables.
Por la parte que nos toca: NO seamos como Eduardo.
Gracias por leerme.
P.D: muchísimas gracias a todo el personal del Hospital Pere i Virgili, desde administrativos hasta celadores, TCAEs, enfermeras, personal de limpieza y personal médico. Yo iba como un flan pero confiada en que son excelentes profesionales y que saben exactamente qué hacer, como demostraron de manera sobrada. Muchas gracias de igual modo a todos los que me han aguantado este tiempecito, que cuando una tiene dolor, no muestra su mejor cara (familia, amig@s y Ángel <3) y en especial, muchas gracias a Juanma Velázquez que me echó más que un cable, me guió, me orientó, respondió a mis millones de dudas y me derivó para que todo fuera más rápido (sin perder la paciencia y siempre con buenas ganas. Yo tengo ganas de matar por mucho menos!)